Cuando una persona tiene la visión alcanzando a ver la promesa y logra verla con tal claridad que empieza a sentir el resultado que podría tener al emprender, es ese el momento en que una persona se atreve a actuar.
El ser humano se mueve y emprende la acción sólo cuando ve la promesa claramente que empieza a sentir el resultado anticipadamente. La gente que no se mueve, los apáticos, los que solo se quedan observando, no alcanzan a ver con claridad, lógicamente no sienten nada. Si no hay visión no hay emoción, y si no hay emoción no hay acción. Esto es lo que alcanzo a ver luego de años y años de atreverme a emprender tantas cosas, la gran mayoría con éxito, al mismo tiempo que he atestiguado la enorme cantidad de personas que no se mueven, que no actúan, que no emprenden. La diferencia: no vieron claramente la promesa y de esa manera no sienten.
Precisamente, ese es el gran desafío de todo líder: dar ayuda para que los demás alcancen a ver lo que él sí ve. Los líderes tienen -dentro de muchas otras cosas más-: ¡Visión! Alcanzan a ver con el enorme poder sucedido de fundir su imaginación y su optimismo en una sola visión. Una visión generada por la imaginación y el optimismo engendra una emoción que hace surgir el atrevimiento para actuar.
Logrado el resultado que se había imaginado, la persona se convierte en “imparable”. El éxito es su vida cotidiana.
Detente a pensar si has alcanzado a ver con total claridad un futuro convincente en tu vida. Valora mucho tener comunicación con un líder cerca de ti que te ayude a ver. Lee biografías de gente exitosa y te ayudarás a ver. ¡Ve! Tu curiosidad podría abrirte los ojos. Ahí podría empezar todo. Busca respuestas. Aprende del que sabe. Confía.