En México, estoy seguro que las cosas van a cambiar para mejor cuando nos atrevamos a cambiar el motivo de festejo. Como inconsciente colectivo, desde muy tierna edad, culturalmente, hemos festejado, aplaudido y enarbolado “el esfuerzo”, tanto, pero tanto, que deja de importar “el logro”, así, el esfuerzo opaca el logro y en la mente de muchos se hace incluso más atractivo. Craso error. Cuando existamos el número suficiente de personas que vivamos una Nueva Conciencia donde EL ÚNICO motivo de festejo sea “el logro”, y no festejemos nada, absolutamente nada de el esfuerzo si éste no logró nada, las cosas cambiarán. Afirmo esto como experto en motivación humana sabiendo que nos volvemos casi adictos a lo que se nos festeja. Repetimos una y otra vez lo que se nos festeja. Espero que veas así, por que afirmo “craso error”.
Requerimos una Nueva Conciencia del motivo de festejo. Requerimos elevar el motivo del mediocre esfuerzo, que por mayúsculo e intenso que sea, si no logra el objetivo, es mediocre y digno de menospreciarse -por duro que se escuche para los oídos clásicamente sensibles en este tema, precisamente los festejados en extremo por sus esfuerzos-, a el único motivo de verdadero festejo: el logro. Esto nos haría adictos por enfoque emocional y profunda atracción al logro exclusivamente.
Si eres líder, si eres maestro, si eres padre de familia responsable, si eres mentor, si eres guía para gente, te sugiero encarecidamente que adquieras en tu motivación mi sugerencia: festeja única y exclusivamente el logro. Y verás cómo elevas el nivel de competencia de la gente a la que influyes. ¡No te sientas mal de festejar única y exclusivamente el logro, y si no lo hay, no festejar absolutamente nada!
El éxito crea adicción. Eso está perfectamente comprobado. Ahora bien, en ti y en mí está la responsabilidad de definir con qué neuroasociamos el éxito, con el esfuerzo o con el logro. Las consecuencias se verán en la cotidianidad subsecuente.
Esto se aplica incluso ejerciendo el liderazgo donde éste realmente empieza: en uno mismo. Cuando tú mismo te atrevas a tratarte a ti mismo con este nivel de realidad -una actitud mental-, donde sólo te sientas bien cuando logres tus metas y mal, muy mal cuando no las logres, por más esfuerzo que hayas hecho, cuando no te motive en absoluto la filosofía del “buen intento”, cuando no te muevan las palmadas de nadie -incluidas las tuyas propias- diciéndote: “…bueno, le echaste ganas y eso es lo que importa…”, cuando no desees ninguna medalla o aplausos por tus acciones si éstas no lograron el resultado buscado, cuando no confundas acción con resultado, cuando no confundas la oportunidad de un momento de definición de logro con un tipo de entrenamiento para una futura oportunidad, cuando no confundas la prístina oportunidad del logro con mera oportunidad de adquirir experiencia que aplicarás “luego”, entonces, y sólo entonces, elevaremos nuestra calidad. Todo esto es un mero cambio de mentalidad, una Nueva Conciencia del motivo de festejo. Cuando no te conformes con menos que el logro como motivo para digno y merecido festejo, entenderás que también demeritarás cuantiosamente cualquier festejo cuando festejas cualquier otra cosa que no sea el logro.
Esto es lo que alcanzo a ver… a nivel humano. A nivel espiritual, nada de lo que escribí aquí importa ni es real.
Escrito bajo inspiración al terminar de ver el partido inaugural del Mundial de Futbol donde México empata con Sudáfrica 1-1.
Dr. Alejandro Ariza.