\”Cómo puedes saber que no te gusta si ni lo has probado?!\” es lo que muchas veces me han dicho cuando en alguna comida cuando los comensales me ven rechazar mariscos y prácticamente cualquier comida proveniente del mar, misma que no me gusta desde que nací. Y siempre empiezan las preguntas del por qué mi repugnancia hacia ese tipo de alimentos. Y cuando llega la pregunta de la retahíla de ellas que la indagatoria suele generar: \”Y ya lo has probado?\”, a lo que respondo: \”Nunca! Si no me gusta desde siempre\”, es que muchos opinan como abrí esta reflexión: \”Pero cómo puedes saber que algo no te gusta si no lo has probado\”.
Me han dado tantas ganas de decirle a esa gente, sobre todo cuando son amigos de confianza, claro: \”Si ves a una mujer espantosa, horrible, mal oliente, de nauseabundo aliento… por qué la rechazas para un encuentro sexual si no la has probado?!\”. Por que no se necesita probar algo para saber que sentimos un rechazo!!! El canal informativo del sentido del gusto no es el único canal que tenemos para saber que sentimos rechazo o agrado!!! La vista, el olfato, la textura, hasta la intuición, todo puede darnos información más que suficiente para sentir claramente repugnancia o atracción. Todos los canales cuentan. Y para mi basta la vista y/o el olfato para saber lo suficiente que debo saber para rechazar o aceptar sin la más mínima necesidad del sentido del gusto! Y mucho menos si eso implica que lo que veo nauseabundo y de espantoso olor, por probarlo se convertirá en parte de mi y lo traeré dentro de mi cuerpo! Por Dios! No necesitas probar para confiar en lo que tus otros sentidos ya te están advirtiendo. Necesitas más bien confiar en que ya te están advirtiendo. A donde he llegado, incluso en muchas ocasiones me basta escuchar dentro de mi una voz que me dice: \”Eso no\”. Y obedezco.
Por eso, por eso rechazo los mariscos y muchas otras cosas, personas, actividades y lugares. Confío en las variadas fuentes de conocimiento que tengo en mis variados sentidos y que incluso, con el tiempo, descubres que son más de cinco.
Gozo intensamente lo que con todos -con todos!- mis sentidos disfruto. De lo contrario nunca es un gozo para mi, es tan solo un émulo de placer que enmascara una experiencia que siempre termina en rechazo aderezada de coraje por la estupidez auto engendrada y auto dirigida por no confiar en lo que mis otros sentidos me informan. No hacerse caso a uno mismo suele terminar siempre en una experiencia nada placentera.
Si se trata de \”mi\” experiencia creo más en lo que me informan mis sentidos que en lo que les han informado los de los demás a esos otros.
Esto es lo que alcanzo a ver en experiencias con la comida, por citar el ejemplo.
– Alejandro Ariza.