\”Luniernes\”

Siempre lo he sabido, o por lo menos desde hace mucho le he analizado, los días son meros inventos del humano, pero en realidad no existen mas que en nuestra mente como percepción. Los días son inventos incluso en sus nombres. En la época de las cavernas un cavernícola ni hablaba ni decía vuelvo de cacería el martes. Ni las palabras existían. Sucede que ya somos tantas las generaciones que nacimos dentro de la era donde ya existían las palabras inventadas que creemos que siempre han existido. No ea así. Y me resulta particularmente revelador a estas últimas fechas en que, quizá por mi actividad tan apasionado haciendo lo que hago, noto perfecto cómo se me pasa el tiempo exageradísimamente rápido de tal forma que percibo con duración de un día el espacio de lunes a viernes. De verdad, me es tan evidente esta percepción. Y ahí es donde confirmo, los días realmente no existen. Es un invento del hombre para tener cierto orden de actividades, pero no existen! Solo se suceden ciclos de luz y oscuridad. Y tanto real como metafóricamente es tan atinado verlo así. Llega un momento donde te da igual qué día es. Simplemente vives haciendo todo el tiempo lo que más te apasiona con pausas para descansar y reponer energía. Todo lo demás, es un invento hasta de la mercadotecnia para poner fechas que indican comportase de determinada manera festejando determinada condición. Inventos! No existen. Pero tanta gente se ha puesto de acuerdo en creer que existen, que los nuevos humanos que llegan a la tierra se lo creen. No existen. Solo hay luz y oscuridad intercaladas. Y hasta eso es mera percepción de un movimiento de rotación y traslación del planeta. En fin… cavilaciones de sentir ya un día llamado luniernes!

Lo que te ha pasado suele ser lo que esperas que pase.

Ayer me encontraba dando una presentación en la ciudad de Zitácuaro, Mich. ¡Me encanta hablar en público! ¡Me fascina, me subyuga, me enamora! Esa ha sido mi vida desde que tengo recuerdo. Y una de tantas razones por las que me encanta es la oportunidad que tengo de ver lo que revelan tantos rostros mientras expreso una idea. Cada vez que hablo frente a un auditorio tengo frente a mi la rotunda contundencia de que aunque la idea sea la misma, se entiende enteramente diferente por la evidencia de los gestos en los rostros que tengo frente a mí al momento en que la expreso. ¡Wow! ¡Esto es increíble! Noto inmediatamente, ipso facto, cómo una idea llega a los oídos de un humano y cómo le transforma el pensamiento pero no solamente por dicha idea, sino por el contraste de esa idea con lo que que ha vivido en su pasado la persona que la escucha. Por eso afirmo: “Lo que te ha pasado suele ser lo que esperarás que pase”. Si alguien ha vivido éxito y escucha una idea que le invita a tenerlo o seguirlo teniendo, esperar que pase con cierta sensación de certeza, porque ya lo ha vivido. Si alguien ha vivido de fracaso en fracaso, y escucha una idea que le invita al éxito, lo dudará y pensará primero en lo difícil que será vivirlo en lugar de la dicha de vivirlo! Atestiguar esto en los rostros de quien me escucha siempre ha sido parte de mi fascinación mientras dicto una conferencia. El rostro revela tanto.

Con lo que hoy te comparto aquí es que debemos tener cuidado con lo que nos atravemos a vivir, con lo que nos atrevemos a crear, con los personas que elejimos como amigos, con los libros que leemos y con los programas de televisión que vemos, así como la música que escuchamos, porque toda fuente de información terminará creando la plataforma desde la cual se te permitirá ingresar al siguiente nivel, o no. La única manera de avanzar al siguiente escalón de una escalera ascendente, ¡es que estés en esa escalera! De lo contrario, solo verás de lejos la propuesta de dar el paso al siguiente escalón, pero mientras tú te encuentras en un fango tal cual arenas movedizas de ideas debilitantes.

El mayor temor nunca será a lo desconocido, el verdadero mayor temor es a lo ya conocido y que tanto te dañó. Ahí tienes miedo a volverlo a vivir. Tu problema no es lo desconocido, tu problema es la herencia emocional que te dejó una experiencia y que no has decidido salir de ella (te adelanto que ¡puedes salir de ella!). Cuando no decides salir del dolor o del fracaso, permites que las emociones que les caracterizan a esas experiencias se incrusten en tu ser y ahí es cuando la experiencia se convierte en ti, cuando el objeto se vuelve sujeto, cuando una experiencia de fracaso te convierte en fracasado y crees que así eres. Tu problema es creerlo. Y lo crees porque permitieste el tiempo suficiente a la emoción incrustarse en ti. Dentro de tu cabeza decides revivir y revivir el debilitante momento elijiendo recordarlo y recordarlo. Y elijes esto ¡porque no decides meter otra cosa en tu cabeza mas que esa experiencia! Vives el hoy perennemente con el fantasma del ayer, y eso te priva de vivir la dicha de un nuevo mañana. ¿Te ha sido infiel alguien en tu pasado? ¿Qué miedo tienes cuando conoces a alguien nuevo? ¿Verdad que el fantasma del pasado se aparece? ¡Date cuenta de que si no sueltas tu pasado, este te cegará para ver un nuevo futuro. Yo creo que ahí radica el verdadero poder del perdón y la dicha de enfocar tu mente a una Nueva Conciencia y su abundante material. Prácticamente no encuentro ninguna otra razón más poderosa para perdonar y de inmediato adquirir nueva información, sino para liberarte de ese pasado y así tener una expectativa limpia y abierta frente al futuro. Es enorme el benéfico poder de adquirir nueva información. Por eso nunca me cansaré de recomendarte la lectura de buenos libros. Purifican el ser.

Revisa lo que has vivido y observa cómo mucho de lo que te ha pasado es lo que sueles esperar que te pase. Y precisamente por eso es tan importante, tan trascendente, que hagas lo que sea necesario para que vivas éxito. Funciona igual, engendra la misma expectativa. Por eso el éxito crea adicción. Si lo vives, esperas más, porque crees altamente factible que vuelva a suceder. Lo que te ha pasado suele ser lo que esperas que pase. ¿Por qué crees que las personas emprendedoras, se atreven a volver a emprender una y otra vez? Porque han acumulado más experiencias de éxito con varios proyectos que han emprendido y eso les incusta en su ser la idea de ser ellos exitosos, una vez más la experiencia la personalizan, y por esa emoción de éxito incrustada en su ser, es que les surge la fuerza para atreverse a volver a empezar con ilusión y apasionante expectativa.

Haz todo lo que sea necesario para vivir lo que quieras vivir… y lo alcanzarás a vivir. Y si vives algo que no te gusta, es menester dejarlo ¡cuanto antes!, para no seguir alimentando la emoción y que esta se ancle en tu ser al grado de generar la espectativa constante de lo mismo. No permitas que una experiencia debilitante se personalice en ti. Si algo no te gusta, ¡suéltalo y a lo que sigue! Atreverte a actuar así. Es la evidencia de que eres el cocreador de tu vida y de verdad la estas cocreando.

¡Emoción por Existir!

Alejandro Ariza.

El placer por haber actuado.

Todos tenemos ciertos “pendientes” que sabemos perfectamente debemos resolver y que al mismo tiempo parece que preferimos evadirlos. ¿Qué tal hacer ese pago a la tarjeta de crédito? ¿Qué tal dejar de comer ese comida tan repleta de azúcar? ¿Qué tal hacer esa llamada a esa persona que tiene rato merodeándonos en la cabeza? ¡Y no lo hacemos! ¿Por qué no lo hacemos? Porque creemos, erróneamente, que si aplazamos la realización de la acción nos dolerá menos. ¡Error! Nos dolerá más. Aplazamos lo que creemos que nos daña o debilita. Una nebulosa gris opaca el sentido de responsabilidad convirtiéndolo en desidia, la oportunidad para actuar ahora se desliza en postergación. Sin embargo, todos sabemos, que el efecto paliativo de la postergación es meramente un mecanismo de evasión con efecto poco duradero, y para colmo, con un dolor aumentado en un futuro precisamente por esa misma postergación. Mi sugerencia: ¡Saca el coraje y el arrojo de tu ser para actuar ya! Te garantizo -por experiencia propia- que cuando muy dentro de ti localizas ese coraje, esa fuerza, ese arrojo -que siempre está dentro de nosotros, ¡siempre!– es que surgen las agallas para actuar de inmediato para resolver ese “pendiente” que teníamos. Y… ¿sabes? ¡Hay un enorme placer por haber actuado y resuelto ese pendiente! Ese placer es mucho mayor al que momentáneamente sentíamos por aplazar la resolución. Si de magnitud de placer se trata, el de haber actuado y resuelto, es siempre mayor… ¡pero lo tienes que vivir para comprobarlo! Y para vivir y comprobarlo no hay otra mas que ¡hacerlo ya! Aunque tengas como argumento para aplazar que “no puedes” resolver, te garantizo que si te concentras en tu interior y buscas ese coraje y arrojo, ahí mismo empiezan a surgir las ideas para poder resolver. ¡Siempre podemos! Solo hay que concentrarse en buscar la solución. Esa concentración ya es parte del poder de estar actuando.

Algo me dice que si estás leyendo esto aquí y ahora, es porque el Universo o el Creador te están diciendo algo que a mí me pusieron a escribir aquí. ¡Confía en que esto es un mensaje perfecto para ti en un momento ideal! Así lo siento yo. Yo mismo soy un lector de lo que aquí escribo y sé que también hay un mensaje para mí. Acabo de actuar resolviendo y el placer es mayúsculo. Y gran parte de ese placer es la sensación de paz que siempre surge mediante la conciencia del deber cumplido. No te pierdas esta paz autogenerada. Ve y resuelve ya.

El momento en que te atreves a actuar

Cuando una persona tiene la visión alcanzando a ver la promesa y logra verla con tal claridad que empieza a sentir el resultado que podría tener al emprender, es ese el momento en que una persona se atreve a actuar.

El ser humano se mueve y emprende la acción sólo cuando ve la promesa claramente que empieza a sentir el resultado anticipadamente. La gente que no se mueve, los apáticos, los que solo se quedan observando, no alcanzan a ver con claridad, lógicamente no sienten nada. Si no hay visión no hay emoción, y si no hay emoción no hay acción. Esto es lo que alcanzo a ver luego de años y años de atreverme a emprender tantas cosas, la gran mayoría con éxito, al mismo tiempo que he atestiguado la enorme cantidad de personas que no se mueven, que no actúan, que no emprenden. La diferencia: no vieron claramente la promesa y de esa manera no sienten.

Precisamente, ese es el gran desafío de todo líder: dar ayuda para que los demás alcancen a ver lo que él sí ve. Los líderes tienen -dentro de muchas otras cosas más-: ¡Visión! Alcanzan a ver con el enorme poder sucedido de fundir su imaginación y su optimismo en una sola visión. Una visión generada por la imaginación y el optimismo engendra una emoción que hace surgir el atrevimiento para actuar.

Logrado el resultado que se había imaginado, la persona se convierte en “imparable”. El éxito es su vida cotidiana.

Detente a pensar si has alcanzado a ver con total claridad un futuro convincente en tu vida. Valora mucho tener comunicación con un líder cerca de ti que te ayude a ver. Lee biografías de gente exitosa y te ayudarás a ver. ¡Ve! Tu curiosidad podría abrirte los ojos. Ahí podría empezar todo. Busca respuestas. Aprende del que sabe. Confía.

La dirección de Dios

En varias de mis conferencias he afirmado y explicado que si Dios tuviera una dirección donde encontrarlo sería exactamente en el cruce de dos líneas, el aquí y el ahora. Ahí encuentras a Dios. Ahí sientes su presencia, ahí te conviertes en la parte de Dios que todos somos, y precisamente por ser esa su dirección es que casi nadie lo conoce, casi nadie experimenta divinidad.

Si imaginas una línea horizontal que representa el tiempo y una línea vertical que representa el lugar, se forma una cruz donde el punto de intersección es el aquí (vertical) y el ahora (horizontal). Si llegas a ese punto y -segunda condición igual o más importante- si no sales de ahí en un rato, observas, atestiguas, sientes, experimentas y en general te conviertes en la divinidad que está siempre en ese cruce.

Paz, armonía, plenitud, felicidad, alegría, compasión total, conexión con la abundancia, entrada al aleph, estás inspirado, son experiencias de la divinidad que cualquier ser humano puede tener, tan solo si entra y se queda un rato en el cruce numinoso.

A lo largo de mi vida he estado ahí muchas veces. Al principio sin saber cómo pero llegué ahí, y con el paso del tiempo incluso ya a voluntad puedo ir a con-centrar-me en ese cruce. Y sí, efectivamente es divino! Hay clarísima conexión con \”La Fuente\”. Incluso he aprendido magistralmente a localizar ese cruce precisamente en todo escenario cuando entro desde ahí a dictar una de mis conferencias. Confieso ya abiertamente que es por ello que al conectarme en ese cruce con La Fuente, no puedo parar de hablar y yo mismo muchas veces soy parte de la audiencia. Esto, yo, soy un mero ejemplo, porque cualquier persona que esté cumpliendo con su misión existencial lo colocan en ese cruce para que la pueda cumplir desde ahí.

Ese cruce existe.

Lo que alcanzo a ver es que, si existiera la metafórica figura de \”el diablo\”, sería cualquier cosa o actividad o cualquier persona que te aleje o te saque de ese cruce. La persona posible te incluye a ti mismo con el enorme poder que todo humano tiene para realmente estar en donde piensa. Si eliges pensar intensamente o con frecuencia en cualquier evento de tu pasado o de tu futuro, para bien o para mal, te sacas tú solito de el cruce. Y ahora analiza un rato la cantidad de \”diablos\” que con maestría y con total sutileza incluso muchas veces inconsciente, te logran sacar de el cruce donde estás fundido en Dios.

Sentí el impulso de escribirte lo que alcanzo a ver en este tema y me siento bien por haber entrado unos minutos precisamente a este cruce y escribirte desde ahí. Obedecí el impulso.

Existe una enorme bendición en el poderoso hecho de concentrarse. Y aunque suene fuerte, también existe una desdicha, muchas veces ni conocida pero plena e inconscientemente vivida en la incapacidad para concentrarse. Esto es lo que alcanzo a ver.

Abrazo.

El mayor regalo como atractivo que una mujer le puede dar a un hombre

En mi vida de relación he aprendido que lo más hermoso que una mujer -o cualquier pareja, dado el caso- le puede dar a un hombre es que el hombre le vea feliz.

¿Quieres mejorar tu vida de relación? Haz lo que te haga feliz y ¡muéstrate así de feliz frente a tu hombre! Y si esa fuente de felicidad es algo que el hombre pudo hacer para ayudarte a ser feliz, ¡con más razón muéstrate frente a él feliz! Verás cómo la felicidad de verdad se multiplica. Los hombres nos sentimos atraídos a una pareja al verla feliz por algo que ella haga en forma independiente. Los hombres nos sentimos realizados al creer que hemos aportado las condiciones para que la pareja encuentre su fuente de felicidad propia.

Los mejores momentos de mi vida de relación los tengo intensamente grabados en mi ser siendo aquellos momentos donde vi a mi pareja brincar de alegría -literalmente brincar-, sonreír y fluyendo en paz en su quehacer. Algo que pocos hombres confiesan es esto precisamente: nos enamora ver a nuestra pareja feliz. Un hombre quiere estar con su pareja cuando ésta se ve feliz. ¡Y lo contrario es valedero también! De hecho, esa es la razón por la que muchos hombres se alejan de sus parejas (y empiezan a preferir a otras): empezó a mostrarse aburrida, frustrada, amargada, triste, preocupada, quejándose de todo, etc. ¡Esa es la principal razón del inicio de un distanciamiento.

El hombre se siente irremediablemente atraído por una pareja que manifieste el tremendo magnetismo de su felicidad. Y la mujer, o la pareja que sea, debe descubrir con asombro que su felicidad depende ¡exclusivamente de sí misma! Por eso una linda persona que se posee a sí misma es alguien que un hombre desea poseer, en el mejor y buen sentido del sentido del anhelo de posesión.

Nada atrae más a un hombre que la alegría de su pareja. Ni siquiera un cuerpo hiper atractivo, sexy y candente, y mucho menos un rostro bonito. Una carita hermosa acompasada de un cuerpo “buenísimo” solo se antoja para estimularse sexualmente. Es meramente reducto a cosa que se antoja usar. Exclusivamente para eso -y para muchos hombres parece suficiente por acuerdo mutuo-. Si el tiempo que una mujer emplea en el uso de sus cosméticos y vestimenta fuera equiparable al tiempo que usa para cultivarse en el desarrollo de su propio ser interior encontrando ahí una fuente de felicidad propia, la vida de esa mujer y del hombre que tenga la dicha de tenerla a su lado, sería una sinfonía de alegría y bienestar. Ese tipo de parejas empiezan a dejar de necesitar maquillaje y hermosas prendas para verse bien…, porque están bien, son el bien. Una persona feliz se antoja para estar con ella de por vida, dan ganas de ser parte de la vida de esa persona, porque la manifiesta felicidad de la pareja es el más poderoso atractivo como fuente oculta de felicidad y realización para el hombre que tiene la suerte y la dicha de tenerla a su lado.

Hoy mi parte masculina confesó lo que alcanzo a ver y a sentir en ese arte de la vida de relación.

El efecto de una carta

¡Cuánto mueve en el interior el recibir una carta de amor! Hace un buen rato que no recibía una y ayer en la noche me llegó una hermosa. Bendigo que mi trabajo y mi personaje abra la posibilidad de recibir este tipo de misivas independientemente de la clásica etapa adolescente de amoríos y romances en donde tantas ser reciben, o por lo menos, así sucedió en mi experiencia. O quizá sea cuestión de bendecir el hecho de que en mi trabajo vivo permanentemente así. ¡Cómo no amar lo que hago! Lo que inspiro en otra persona termina rebotando e inspirándome a mí. Ecos de la vida.

Cuán transformador es el efecto de recibir y leer una carta de amor. Ayer en la noche que la recibí, si la leí 5 veces, fueron pocas. Uno quiere escuchar una y otra vez esas palabras endulzadas de cariño y aderezadas de tan pura e intensa admiración. Tremendas ganas de que quien escribe estuviera ahí mismo a tu lado para voltear y engarzar las miradas, mismas que abren el paso para un beso sorpresivo y desenfrenado. Un beso que al principio pareciera ser arrebatado cuando luego de unos cuantos segundos de fundirte en él, deleitarse en el placer de que jamás fue así, no fue arrebatado, fue ansiadamente esperado y con la mayor disposición. Luego… silencio. Simplemente expandir los pulmones de suspiro tras suspiro permitiendo que un flujo de energía sin igual circule por todo el cuerpo, de mano a mano, donde en una se sostiene la carta y en la otra la mano de quien la escribió. En ese cómplice silencio, admirando el valor de la persona que se atrevió a plasmar por escrito lo que tantos tenemos miedo de evidenciar con la fuerza precisa de escribir los más puros sentimientos y sentar un antecedente que nos abre a la más plena vulnerabilidad. Admiración mutua seguida de regocijo pleno al saber que el atrevimiento tuvo buena recepción y nadie salió vulnerado, sino todo lo contrario, ambos tremendamente fortalecidos.

Eso y más, mucho más, es lo que alcanzo a ver del tremendo efecto de una carta… escrita con el corazón. Doble admiración en éste mágico acto: el escribir mismo dándole al sentir el inicio de la una dimensión física y palpable manteniendo en el eterno presente lo que pudo ser una emoción fugaz, y al mismo tiempo atreverse a escribir con el corazón, esa fuente de conexión tan directa, tan profunda y tan auténtica. Ya siendo otro día, me dispongo a volver a leer esa carta. Fantaseando con la idea que la intuición, emocionada por la esperanza, nos desliza a vivir la emocionante expectativa de pronto vivir en realidad lo que la mente imaginó y el corazón anheló.

Tal es el efecto de una carta. Mi sugerencia: Escríbele lo que sientes a aquella persona por quien lo sientes. Hazlo. Hazlo. Maravillas acercarás a la vida de ambos.