A momentos me asombra el enorme poder y afectación que tenemos nosotros sobre nosotros mismos. Para bien o para mal. Pareciera que las mayores dichas, así como las más grandes desventuras dependen mucho de si conectamos con ellas o no. Ellas siempre están ahí. Siempre. La diferencia la hará el efecto de tu parte, acercarte a ellas o no. En eso radica toda la diferencia.
El sol sale en forma espectacular todos los días. Pero sin el efecto de tu parte de levantarte muy temprano para verlo, te lo pierdes. Pero si pones el efecto de tu parte levantándote temprano, te alimentarás de ese espectáculo.
Hay aventuras medio riesgosas de correr, pero sin el efecto de tu parte de acercarte, no corres peligro. No te adentraste hasta la profundidad de la relación y no te vas ahogar. Pero si tú decides meterte hasta el fondo, el efecto de tu parte puede llegar a hacer que hasta ni puedas salir de esa pesadilla.
Es tremendo el efecto de lo que aportamos cuando decidimos actuar. Pensar en opciones, es meramente elegir y de ahí no pasa. La opción se encapsula en el terreno de la imaginación. Pero atreverse a actuar en consecuencia a esa elección eso es decidir y ahí se sucederá el efecto de tu parte.
Aguas.