Si algo gozo inmensamente es acostarme abrazando, por no decir envolviendo, a la persona que quiero. Definitivamente es como el premio que la noche me da por terminar el día. Es simplemente para mí un placer en extremo delicioso el caer rendido así en sueños. Cómo cambia la vida. Todavía recuerdo cuando era adolescente y pensaba: “¡¿Cómo aguantará alguien dormir con otra persona y con el calor que hace?! Yo nunca lo haré. No hay como dormir acostado hasta en forma de “X” y que nada ni nadie te toque”. Ajá sí. Bueno, en su momento fue mi dimensión de placer. En cambio hoy, cuando puedo, envolver a quien quiero sintiendo cada centímetro de todo su cuerpo, acostarse tipo “cucharita” y así rendirse al sueño… hoy es un placer que no cambio por nada. Son de esos placeres que se llevan como uno de los más valiosos de la vida, otro ejemplo de la dicha de la experiencia vivida, no lo comprado ni adquirido, sino lo elegido para experimentar dicha y dulzura. Bueno… y luego el nivel de conexión cuando \”respiro tu aliento\”. Eso ya son palabras mayores que algún día si se da, comentaré lo que alcanzo a ver en ese fenómeno.
Recuerdo que anoche me desesperó en grado tal un momento de intercambio intelectual aderezado de emoción que, con la más abrumadora lógica de mi parte, me hizo aplicar el famoso: “Uta! Ahí te ves…”. Y me dormí muy independiente de mi lado de la cama y sin tocar ni un milímetro de lo que no fuera ésta.
Amaneció. Y hoy, a lo largo del día “algo” me hizo pensar en una visión global de toda mi vida, de toda mi existencia como humano, desde el momento de mi concepción hasta mi muerte, es decir, desde que encarné como humano hasta que trascienda a la siguiente dimensión. Y como si lo estuviera viendo ya del otro lado del espejo, alcancé a pensar: “¡Por supuesto que a lo largo de mi vida tuve una enorme cantidad de momentos de placer y dicha indescriptibles de todo tipo… mi vida fue verdaderamente maravillosa. Cuánto lo agradezco. Cuantos momentos exquisitos y de dicha…”. Y en eso…, me acordé de anoche. Al volver a hacer cuentas de los momentos exquisitos que tuve oportunidad de experimentar en toda mi vida concluí en mis cuentas: “Menos 1”.
¿Te gustaría perder por ti mismo un momento de disfrute y alegría de los que tienes contados de vida? Ese momento no perdones y elige sentir coraje, desilusión, rencor u odio. ¡Así se hace! ¡Menos 1 pues!
La Luz está disponible, todo el día y toda la noche de toda nuestra existencia, pero solo podemos dejar de experimentarla cuando elegimos lo que nos ordena precisamente “El Gran Oscuro”, (el EGO). De los días de dicha, placer, armonía y paz que diario nos da la Luz como opción, si prefieres las demandas de tu EGO, por más justificadas que estén, ese día en tus cuentas de dicha serán: menos 1.
Esto es lo que alcanzo a ver.
Alejandro Ariza.
Gracias!! Gran lección!!
GABRIELA: Gracias a ti por hacer eco del bien de mis reflexiones y comentarlas. Saludos.